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miércoles, junio 14, 2006

ELVIAJE DESDE CUENCA

Cuenca – Madrid (Auto Res: 9,40 €)

Viernes 27 de mayo, estación de autobuses de Cuenca destino a Madrid. La bicicleta va perfectamente embalada en una bolsa especial y las alforjas van unidas con el pulpo como un solo bulto. Las 18:30, ocupo mi plaza en el autobús. Ahora estoy solo, me encuentro solo. Todo lo que haga a partir de ahora será decisión mía y solo mía.
Son las horas que más temo y a pesar de estar muy convencido de lo que estoy haciendo, me embarga una enorme soledad y una gran melancolía. Creo que son dudas y miedos.
Intento relajarme para que el viaje se me haga corto y logro sumirme en una especie de letargo debido al cansancio que he acumulado en las dos noches en vela en las que he estado haciendo el track de GPS en el ordenador siguiendo el recorrido de los mapas del libro de ruta.

Madrid – Figueras (Taxi Conde de Casal – Chamartín: 11 €)
(Tren Estrella litera: 49 €)
(Servicio MRW Figueras – Irún: 12,74 €)

Desde Conde de Casal cojo un taxi hasta la estación de Chamartín. El Tren Estrella sale a las 22:15 horas, así que tengo que tener la mente entretenida para no caer en pensamientos que me crean dudas e inseguridad. Me ayuda a ello el repasar detalles de la travesía hojeando el libro y voy recuperando la ilusión del aventurero de días atrás. Me tranquiliza saber que llevo el GPS que será un buen complemento al rutómetro.
Sigo entusiasmado con mi lectura pero estoy deseando subir al tren.
Andén 19. Llegó la hora. Subo al tren en el vagón que me marca el billete y entre apretones en el pasillo consigo encontrar mi litera y colocar debajo de ella la bicicleta.
RENFE ha estudiado al detalle cómo aprovechar al máximo el espacio. Viajamos hacinados como el ganado y el traqueteo es constante. Sólo falta que vaya gente en el techo del tren para recordarme aquellos trenes hindúes de las películas. En cada compartimento viajamos 6 personas. El espacio es reducidísimo y al principio es angustioso. Sólo puedes ir tumbado en las literas triples o de pie junto a la ventana en un estrechísimo pasillo.
A pesar de todo, el sueño me ha vencido y creo que he conseguido dormir. Está amaneciendo y me levanto para ver por la ventana los primeros rayos de sol. Aún quedan un par de horas para llegar a Figueras pero el tiempo pasa deprisa igual que el paisaje que contemplo.
Por fin estoy en Figueras. Bajo del tren y en un parque cercano, con gran emoción, desembalo mi bicicleta y empiezo a montarla cuidadosamente poniendo especial atención para que todo esté en su justo sitio y bien apretadito. Después de esto, me acerco a la oficina de MRW para enviar la bolsa portabicicletas hasta Irún ya que supondría ir lastrado durante toda la travesía.
Me voy a desayunar a una terraza en la zona comercial de Figueras y después de un buen avituallamiento, comienzo la aventura.

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